Siempre me he considerado un gran lector. Recuerdo leer tebeos y libros infantiles ya desde muy pequeño, y aunque mis padres me animaron a empezar con las novelas juveniles de Julio Verne o Enid Blyton, mis primeras lecturas serias fueron los ensayos históricos de Isaac Asimov y El hobbit, de Tolkien.
Desde que, a los diez años, mi tía me regaló la novela de Tolkien, empecé a leer con asiduidad. Recuerdo particularmente ese mismo verano, leído ya El hobbit, cuando cogí los tres volúmenes de El señor de los anillos que mis padres tenían y leía por las tardes sentado en la mecedora con la brisa veraniega.
A lo largo de los años que siguieron, continué leyendo. Bastante literatura fantástica, sí, y menos clásicos de los que me gustaría, también. He pasado mis épocas de novela negra, de ciencia ficción, de adaptaciones cinematográficas, de mundos fantásticos. Ha habido momentos en que leía mucho, varios libros al mes, y otros en los que pasaban semanas sin abrir ni uno. A veces leía dos o tres libros a la vez, alternando durante un par de semanas.
Llevo meses sin leer. Antes de venir a vivir aquí había leído el primero de Los Juegos del Hambre, y una amiga me regaló los dos siguientes poco después de tener un apartamento propio. Aún no los he tocado. En junio salió a la venta Danza de dragones, el quinto volumen de Canción de hielo y fuego, y en los meses que han pasado desde entonces sólo he llegado a hacer unas cien páginas. Me he comprado varios libros estando aquí, entre ellos El diablo en la ciudad blanca, de Erik Larson, que hace meses me moría por encontrar porque estaba descatalogado en España. Lo único que he llegado a leer completo es Isn't it pretty to think so?, una novela en inglés de la que supe a través de Tumblr y que pedí por Amazon. Me atrapó con su sencillez y porque supongo que, en cierta manera, me identifiqué con el protagonista. Pero aún así tardé más de lo habitual en mí en terminarlo. Y desde entonces, nada de nada.
Una vez consiga acabar Danza de dragones un día de estos, mi meta es ponerme con En el camino, de Kerouack, de una vez por todas.
Yo no leo una puta mierda. xD Es complicado que me apetezca más que hacer cualquier otra cosa (normalmente internet y DVD). Para leer tengo que "obligarme" haciendo algo que me impida hacer a su vez las cosas arriba mencionadas. Por ejemplo, solía leer en el autobús y sobre todo en el metro, durante una época que lo usé bastante. Desde entonces leo muy poco porque estando en casa siempre hay algo por delante.
ResponderEliminarA mí me encanta leer, pero quita muchísimo tiempo. Eso sí, en cuanto te enganches a un libro, verás como vuelves a comértelos de tres en tres.
ResponderEliminarSí, ese es otro problema, y es que hace mucho que un libro no me engancha tanto como antes. De ocurrir, seguro que encontraría tiempo para leer, como me ha pasado recientemente con 'Isn't It Pretty To Think So?'.
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